Acabo de leer un libro que me ha descubierto nuevas formas de amor que yo catalogaba, inconscientemente, entre perversiones y vicios lejos de mi entendimiento.
Como marino en el barco de la vida no paro de descubrir horizontes nuevos, pequeños islotes de conocimiento.
Y es así, creo, como debe ser; la mente con los años no debe cerrarse nunca a lo evidente. Evidente qué palabra más subjetiva y objetiva al mismo tiempo. Pero, ¿no es lo que la Naturaleza nos ofrece evidente en su existencia?
Pues así descubriendo poco a poco hechos naturales, escondidos bajo prejuicios que si son antinaturales espero seguir, y llegar a viejo con la mente tan fresca como la del autor del libro. José Luis San Pedro.
Un detalle técnicos..
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No se que habre hecho... con lo manazas que soy pa estas cosas....
Hay veces que desearía poder esfumarme, teletrasportarme a un lugar en el que mi alma se encuentre segura, donde ningún rostro, ninguna palabra pueda atenazarme. A la cima del cabo, a la espuma de la playa, al reagazo de la amada...
Hay veces que me gustaría volar por encima de mis miedos y de mis debilidades. Volar. Volar alto y lejos. Dejar atrás la lluvia, oliendo la tierra mojada. Y entonces quedo en la más reponedora soledad, la soledad del árbol, la soledad de los recuerdos, la soledad del mar.